En la primera epístola a los Corintios, Pablo trata algunos problemas de la iglesia en Corinto. Los Cristianos de Corinto habían recibido el evangelio entusiástica mente pero lo habían mal entendido o lo habían aplicado mal de tal manera que el evangelio y la vida cristiana habían sido distorsionados en varias maneras.
El problema fundamental, como Pablo lo muestra en el capitulo 1, fue que los creyentes de Corinto no habían entendido lo que significaba aplicar el evangelio de la cruz de Cristo a sus vidas. El resultado de ése malentendido los condujo a una variedad de problemas incluidos la división y el conflicto, falta de amor el uno por el otro, un sentido de competencia entre ellos de forma que compitieron por sabiduría y dones espirituales, varias clases de inmoralidad que los creyentes justificaron debido a su supuesta sabiduría espiritual, y aún negaron la resurrección. Digno de exaltar, a pesar de los muchos problemas, es que Pablo expresa un amor caluroso por los Corintios y una confianza de que Dios los guardará intactos en medio de éstos problemas críticos (1 Cor 1:4-9). Al lidiar con los diferentes problemas, Pablo nunca pierde de vista el problema fundamental, el cual es hacer entender a los Corintios el significado central del evangelio expresado en la cruz de Cristo. Este el trabajo fundamental que moldea la forma como el trata los problemas individuales que se le presentan en la iglesia de Corinto.
Un número de problemas envuelven relaciones entre hombres y mujeres y la forma como el evangelio debe ser aplicado a esas relaciones. En cada situación, Pablo y los Corintios estaban tratando con prácticas, sensibilidades, y prejuicios dentro de la comunidad y dentro de la sociedad en general. La iglesia de Corinto estaba compuesta de una variedad de personas, los cuales habían sido tanto judíos como paganos antes de entregarse a Cristo. Esta gente continuaba teniendo relaciones con amistades y familia fuera de la comunidad eclesial y estaban tratando de evangelizar tanto a judíos como a gentiles con el evangelio. En ese contexto, Pablo estaba profundamente preocupado de que ellos no fueran a levantar obstáculos que impidieran escuchar el mensaje del evangelio.
Muchos de los problemas se levantaron porque los creyentes oyeron cosas distintas cuando Pablo predicó el mensaje de la gracia de Dios y de la nueva libertad en Cristo. Ellos oyeron el mensaje de la libertad sin oír cuidadosamente el mensaje transformador de la cruz de Cristo y el llamado de Dios a unos valores totalmente nuevos de una vida santa definida por la cruz. Ellos experimentaron el nuevo poder del Espíritu Santo en sus vidas. Ellos celebraron su remarcable experiencia extática y se sintieron elevados individualmente por el hecho de hablar lenguas, por ejemplo, y se sintieron como reyes (1 Cor 4:8), pero ellos resistieron la guía del Espíritu Santo hacia un amor de auto sacrificio y cambio profundo en sus vidas.
En 1 Cor 5, por ejemplo, Pablo trata el caso del orgullo y la arrogancia en la iglesia cuando uno de sus miembros, clamando libertad en Cristo, vivía en incesto “con la mujer de su padre” una clase de inmoralidad, dice Pablo, “que no es hallada ni aún entre los gentiles” (1 Cor 5:1-2,6). Varios de los Cristianos parecen haber creído que la mejor forma de expresar su nueva libertad era rompiendo tabú, de tipo sexual y de otros. Pablo les había dicho que “todo me es permitido,” mientras el describe la libertad de la ley (1 Cor 6:12). Ahora, Pablo los corrige con una advertencia poderosa y se esfuerza por hacerles entender lo que significa la libertad en Cristo.
De igual manera en 1 Cor 6, Pablo responde a algunos Corintios quienes estaban aparentemente argumentando que solamente el espíritu de la persona era importante y que el cuerpo no importaba. De ésta manera los hombres podrían desobedecer al Señor yendo donde prostitutas, muchas de las cuales estaban asociadas con el famoso templo de Afrodita, la diosa del amor erótico. Esta práctica quebró el mandamiento de la ley de Moisés, pero se acomodaba bien a las prácticas paganas de la ciudad de Corinto. Allí se hacía una distinción marcada entre las mujeres que estaban disponibles para los hombres (prostitutas, hetairai, varias esclavas, y aún concubinas), en una parte y de otra, esposas respetables. Las primeras eran expuestas al público para el placer y las segundas se quedaban en la casa a fin de criar los niños. [Note la pregunta de Plutarco, Moralia, 140].
Pablo podría haberles dicho a los Corintios que paren, pero el va mucho más allá. El reta a los creyentes a pensar diferente acerca de ellos mismos basado en lo que Dios hizo por ellos en Cristo Jesús. Ellos habían sido “comprados por precio” y por lo tanto, ellos tienen que “glorificar a Dios en sus cuerpos” (1 Cor 6:20). Ellos necesitan saber “que sus cuerpos son miembros de Cristo” y que por tanto no deben ser “miembros de una prostituta” (1 Cor 6:15). El cita Génesis 2:24 (“los dos serán una sola carne”), un pasaje usualmente aplicado a esposa y esposo, y aquí sorprendentemente aplica a tener relaciones con una prostituta. Así que él enfatiza que no hay dos clases de mujeres, una para el placer del hombre y la otra para llevar una vida familiar respetable. Todas las relaciones importan. Lo que tu haces con tu cuerpo físico importa demasiado porque “tu cuerpo es templo del Espíritu Santo” (1 Cor 6:19). En tales actos inmorales ellos pecan contra su propio cuerpo, el cual pertenece a Dios (1 Cor 6:18). Así que, Pablo se esfuerza por enseñarles no simplemente un código de acción, sino una forma de pensar profunda enraizada en el centro del evangelio.
En el capitulo 7 Pablo comienza a responder una serie de preguntas que le enviaron al apóstol en una carta que ellos le escribieron: “ahora concerniente a las cosas que ustedes escribieron” (1 Cor 7:1). A través de sus preguntas, las cuales evidentemente continúan hasta el capitulo 16, Pablo está preocupado urgiendo a los Corintios a adoptar modelos de vida y acción que seria de beneficio para toda la congregación al construir amor, preocupación y respeto unos por otros en la congregación. El también está preocupado acerca de la situación particular en la cual ellos existen, lo que Pablo llama “la crisis actual” (1 Cor 7:26).
Los Corintios desde luego no sienten que están en medio de una crisis o en urgencia tan fuerte como Pablo lo siente y están mas interesados en implementar la nueva libertad en Cristo que ellos piensan han encontrado, aun a pesar de la amplia comunidad de creyentes. Pablo no desea negarles su libertad, la cual él mismo les enseñó, pero el si quiere urgirlos a que consideren un valor más alto, el cual es el amor (ágape) por el otro de forma que cada uno mire lo que es mejor para toda la comunidad en vez de lo que es bueno para el individuo. El llama éste amor ágape “el camino más excelente” (1 Cor 12:31) y lo describe en el capitulo 13.
En el capítulo 7 Pablo parece estar lidiando con un problema casi opuesto al del capitulo 6, es decir, si ellos deberían practicar algunas formas de abstinencia sexual, si era bueno no casarse, y si era bueno para parejas casadas practicar abstinencia sexual por razones espirituales. La situación era complicada, y la respuesta de Pablo es compleja. El afirma que “es bueno para un hombre no tocar mujer” (1 Cor 7:1), puesto que ésta fue su opción de una vida de castidad como soltero. El argumenta que la persona soltera puede ser especialmente devota “de los negocios del Señor, de como agradar al Señor” (1 Cor 7:33-34), pero el enfáticamente advierte que no todos tienen “el don de Dios” que los faculte a vivir una vida de castidad como solteros.
Pablo advierte a las parejas que ellos deben ser bastante cuidadosos acerca de prácticas religiosas que los conduzcan a la abstinencia sexual, y que ellos lo deben hacer solo de acuerdo mutuo y por un corto periodo de tiempo. El enfatiza que su relación de pareja debe ser absolutamente mutua, y cuidadosamente expresa su obligación mutua usando las mismas palabras para el hombre y para la mujer. “porque la mujer no tiene potestad (tener autoridad) sobre su propio cuerpo, sino el marido; de la misma manera el esposo no tiene potestad (tener autoridad) sobre su propio cuerpo, sino la esposa” (1 Cor 7:4).
La primera mitad del enunciado de Pablo representa la opinión común en el antiguo mundo Greco-Romano, el cual continúa en muchas situaciones hasta el día de hoy. La segunda parte del enunciado de Pablo – el cual describe la mutualidad de las relaciones que hacen de la autoridad de la esposa exactamente igual a la del esposo – fue un concepto revolucionario en el mundo. En sus varios puntos de instrucción y mandamiento en el capitulo 7, Pablo nunca sugiere que solo el hombre tenga el derecho a la autoridad en la relación matrimonial. El hecho de que el no afirma tal autoridad hacen de este pasaje que sea resaltado en una manera particular ya que no encontramos nada similar en la conserjería matrimonial del antiguo mundo. Pablo no describe una jerarquía entre el esposo y la esposa, sino una mutualidad basada en el amor la cual toma el cuerpo y el espíritu en forma seria. El también advierte a los Corintios de no tomar el poder de la tentación sexual en forma ligera. Uno debe hacer decisiones con amor mutuo y con realismo.
Pablo otra vez usa la misma clase de repetición cerrada de una declaración primero por la sexualidad de uno y luego la del otro cuando el describe la devoción del hombre o la mujer solteros al Señor (1 Cor 7:32-34). En los dos casos de casados y solteros, Pablo se expresa muy claramente en una forma que el pone a hombre y mujer en el mismo nivel.
Las enseñanzas de Pablo en 1 Corintios 7 nos muestran qué tanto la situación de la iglesia influenció sus instrucciones. El urge a los Cristianos a mantenerse en el mismo estado en el que fueron llamados, sea éste el de casados o solteros, esclavos o libres, circuncidados o incircuncisos. Pablo sabe y afirma que los Cristianos tienen libertad para casarse o quedarse solteros, etc., como ellos quieran. Pero esa libertad puede ser limitada por circunstancias. Así que, Pablo dice, “pienso que, a causa de la crisis actual, es bueno que cada persona se quede como está. ¿Estas casado? No procures divorciarte. ¿Estas soltero? No busques esposa” (1 Cor 7:26-27). La “crisis actual” de la que Pablo habla parece ser ocasionada por el retorno de Cristo al fin del siglo: Pablo dice, “lo que quiero decir, hermanos, es que nos queda poco tiempo. De aquí en adelante los que tienen esposa deben vivir como si no la tuvieran; los que lloran como si no lloraran; los que se alegran, como si no se alegraran; los que compran algo, como si no lo poseyeran; los que disfrutan de las cosas de este mundo, como si no disfrutaran de ellas; porque este mundo, en su forma actual, está por desaparecer” (1 Cor 7:29-31).
Aunque Pablo afirma que no hay ningún pecado envuelto en contraer matrimonio, Pablo cree que la situación de la iglesia requiere que el haga énfasis en el punto que cada Cristiano debería considerar este tiempo de crisis actual al hacer sus decisiones: “En cualquier caso, cada uno debe vivir conforme a la condición que el Señor le asignó y a la cual Dios lo ha llamado. Esta es la regla que establezco en todas las iglesias” (1 Cor 7:17).
Note que aunque Pablo le da a ésta situación un gran peso y la llama “regla en todas las iglesias” (literalmente, “esto ordeno que se haga en todas las iglesias”), es claro que el consejo de Pablo que una persona debería permanecer en el estado “en el que Dios lo ha llamado” no debería ser tomado como una regla permanente “en todas las iglesias” Esto eran guías que cuadraban con el tiempo y la situación particulares de la comunidad eclesial. En realidad, nosotros en la iglesia hoy no aplicamos éste mandamiento ni animamos a la gente a seguirlo. Nosotros hemos reconocido que ésta regla “en todas las iglesias” estuvo ligada a la situación específica de ése periodo.
La expectativa del retorno de Cristo, la cual era poderosamente viva en Pablo, es ciertamente una esperanza con la que todavía vivimos, pero nuestra reacción espiritual a la expectativa ha cambiado radicalmente. A pesar de la regla de Pablo “para todas las iglesias” nosotros no desanimamos a los miembros a que se casen y tengan familia, al contrario, nosotros animamos los dos. En ésta actitud cambiada, nosotros no estamos repudiando a Pablo, pero si estamos reconociendo que lo que el dijo estaba a tono con las necesidades espirituales y las expectativas de su tiempo particular. Nosotros nos esforzamos para ver como la misma preocupación por las necesidades espirituales, emocionales, sociales, y bienestar sexual de los cristianos debe ser implementada hoy basada en los mismos valores espirituales en que Pablo se basó.
De manera similar con “comida ofrecida a los ídolos” Pablo reconoce completamente la libertad que los Corintios están experimentando-el conocimiento de que “un ídolo no tiene existencia real” y por tanto no puede bendecir ni tornar impura la comida 1 Corintios 8:1-4. Así que uno puede “comer todo lo que se vende en la carnicería sin poner ningún tropiezo por motivo de conciencia” (1 Corintios 10:25). El afirma que la libertad es maravillosa. A menos! A menos que la salvación de una persona “la cual tiene una conciencia débil” este en peligro por la acción. Si el creyente “débil” es puesto “en tropiezo” “herido” “motivado…a tropezar” y por tanto es “destruido” por la libertad activa del creyente fuerte, entonces el significado fundamental del evangelio es menospreciado, desde que el es “un hermano por el que Cristo murió” (1 Cor 8:7-13). Entonces la libertad debe estar limitada por el amor y por el significado del sacrificio de Cristo.
Pablo concluye la discusión de la comida y nos prepara para la discusión de 1 Corintios 11 diciendo, “En conclusión, ya sea que coman o beban o hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios. No hagan tropezar a nadie, ni a judíos, ni a gentiles, ni a la Iglesia de Dios. Hagan como yo, que procuro agradar a todos en todo. No busco mis propios intereses sino los de los demás, para que sean salvos. Sed imitadores de mi, así como yo imito a Cristo” (1 Corintios 10:31-11:1).Algunos han criticado a Pablo por no pelear mas por su libertad en Cristo y sus derechos como apóstol (1 Cor 9). Pero para Pablo el punto en el cual una acción se convierte en piedra de tropiezo y previene a la gente de venir a Cristo fue el límite impuesto por el amor. Su libertad en Cristo podría llegar mucho más allá de este punto, pero el amor no. Sin embargo este borde no tenía una posición fija. El amor tenía que ser continuamente sensible a la otra persona para quien la piedra de tropiezo podría estar puesta y evitar que una persona oiga el mensaje del evangelio.
El evangelio es la historia de la intervención de Dios en su intento de salvar a sus amadas criaturas del pecado y de la muerte por medio de su gracia admirable. Dios fue tan lejos en este intento que se vino a morar entre nosotros en la persona de Jesucristo y aún murió en la cruz por nuestros pecados aunque éramos sus enemigos y habíamos rechazado su amor. Pablo enfatiza que mientras nosotros tratamos de hacer todo lo que podemos por las personas de forma que “ellos pudieran ser salvos” nosotros solamente estamos imitando a Cristo. Pablo ciertamente se vio a si mismo imitando a Cristo: “yo trato de agradar a los hombres en todo lo que hago, mi mirando por mi propio bien, sino por el de los otros, a fin de que ellos sean salvos. Sed imitadores de mi así como yo lo soy de Cristo”
Por su propia experiencia Pablo sabía que tan fácil es ofender a aquellos que se están tratando de alcanzar con el evangelio. La profunda importancia de alcanzar los perdidos con el evangelio hizo que Pablo se mezclara con varios grupos sociales y religiosos a su alrededor de forma que el tuviera la oportunidad de enseñarles las buenas nuevas de Jesús: “Me hice todo para todos, a fin de salvar a algunos por todos los medios posibles. Todo esto lo hago por causa del evangelio, para participar de sus frutos” (1 Cor 9:22-23). Pablo sabía que en muchas situaciones, las necesidades de las personas que están lejos de Dios, determinan sus acciones en vez de sus propias preferencias o creencias. El tenia que tener la misma actitud abierta que tenía Cristo hacia todos aquellos que estaban lejos del Señor si es que el quería compartir las bendiciones del evangelio. Por tanto, el urgió a los Corintios a tener la misma actitud. Era muy fácil para ellos el ofender a la gente que estaba alrededor de ellos quienes necesitaban oír el evangelio y así impedir el cumplimiento del propósito de Dios al enviar a Cristo. Así que, el los instruye, “No hagan tropezar a nadie, ni a judíos, ni a gentiles, ni a la iglesia de Dios. Hagan como yo, que procuro agradar a todos en todo. No busco mis propios intereses sino los de los demás, para que sean salvos” (1 Cor 10: 32-33).
En 1 Corintios 11:2-16 Pablo inmediatamente trata una situación (la primera de varias) en la cual las acciones de la Iglesia en Corinto estaban causando “ofensa a judíos, griegos, o la iglesia de Dios.” Las varias ofensas del capitulo 11 al 14 todas parecen tener que ver con situaciones públicas en las cuales la iglesia está reunida, y los de afuera y todos los miembros de la comunidad son libres de estar presentes y observar y reaccionar a lo que esta pasando.
Algunas veces se ha argumentado que 1 Cor 11:2-16, el cual trata del velo en la mujer y en el hombre cuando ellos oran o profetizan, tiene que ver con ambientes privados en vez de asambleas públicas. Tanto el contexto como el contenido del pasaje, sin embargo, apuntan a una asamblea pública en la iglesia. La introducción de Pablo de un nuevo tema en 1 Corintios 11:2 (“yo los elogio porque…”) directamente apareja esta sección con la siguiente sección, 1 Corintios 11:17-34, el cual claramente trata del culto en la asamblea pública y la Cena del Señor y comienza (“Al darles las siguientes instrucciones, no puedo elogiarlos…”). Las dos secciones tratan de dos áreas específicas de ofensa a los de afuera y a la iglesia. Pablo quiere tratar éstos asuntos antes de entrar a hablar de los dones espirituales en el capítulo 12.
El contenido del pasaje también trata de cosas que son inherentemente públicas como Pablo habla de ellas. El velo, por ejemplo, es un signo público de relaciones y actitudes que todos pueden ver y entender. No hay indicación, por ejemplo, que Pablo u algún otro pensara que una mujer tuviera que ponerse velo para orar en privado. Para completar, la actividad de profecía, como Pablo la describe es una actividad inherentemente pública. En 1 Corintios 14:3-4 Pablo dice que “En cambio, el que profetiza habla a los demás para edificarlos, animarlos y consolarlos… [Y] edifica la iglesia,” Pablo vio el profetizar como una de las actividades más importantes en la iglesia y fue la actividad que más animó.
Al evaluar todos los problemas de los capítulos 11 al 14, Pablo mantiene todas las actividades de la iglesia a un claro estándar espiritual que sin embargo es suficientemente práctico que puede ser implementado en su diario vivir. En relación a los de afuera, Pablo insiste – en el lado negativo – que sus acciones no sean “faltos de tacto” “degradantes” o que muestren que la congregación esta dividida o que contradice el evangelio diciendo “maldito sea Jesús” o que provoque que los de afuera digan “estos están locos” (1 Cor 11:6, 14, 21-22; 12:3; 14:23). En el lado positivo, Pablo dice que sus acciones deben mostrar orden y decencia, respeto, preocupación por el otro y amor y deberían ser llenos de poder espiritual de modo que los no cristianos fueran compungidos por lo que ellos dicen y “Así se postrará ante Dios y lo adorará, exclamando: Realmente Dios está entre ustedes!” (1 Cor 14:25).
En relación a los miembros de la comunidad, el termino clave es “amor,” a lo que Pablo le dedica el capitulo 13. El amor se muestra a si mismo prácticamente en el respeto mutuo, preocupación por las necesidades mutuas, discerniendo que la iglesia es el cuerpo de Cristo, reconociendo la unidad en la variedad de dones espirituales, evitando toda clase de competencia entre Cristianos y enfatizando aspectos del culto que “edifican” la comunidad en vez de enfocarse en aspectos que pertenecen a la experiencia religiosa personal. Pablo dice que la meta de las asambleas es que la comunidad sea construida espiritualmente a través del culto y la enseñanza.
El Problema de los Corintios
Al tratar el primero de estos problemas en 1 Corintios 11:2-16, Pablo esta respondiendo a un problema del cual evidentemente supo a través de una carta que le enviaron los mismos Corintios (1 Cor 7:1). Desde que no tenemos la carta que los Corintios escribieron a Pablo, no sabemos con exactitud que es lo que ellos preguntaron, pero por el tono de la respuesta, la pregunta debió ser algo así:
“Nosotros honramos la tradición acerca de que Cristo esta de parte tanto del hombre como de la mujer que usted nos enseñó. De hecho nosotros vemos que el Espíritu Santo vive en cada uno de nosotros y nos da regalos espirituales a todos. Tanto hombres como mujeres profetizan, hablan lenguas, y oran entre nosotros. Desde que esto es así, nosotros hemos decidido abandonar el velo como señal de diferencia entre hombre y mujer en la congregación. Cada persona, desde que el o ella hablan por el Espíritu, individualmente se convierte en la presencia del Espíritu de Dios entre nosotros y por tanto debería no mostrar sumisión mediante el vestido o ninguna cosa degradante.
Es verdad que nuestra práctica ha causado algunos escándalos, y varios en Corinto han acusado a nuestras mujeres de cometer actos desvergonzados y de deshonrar a Dios debido a que ellas no se ponen el velo tradicional, pero nosotros creemos que esas acusaciones deben ser ignoradas. Nuestra libertad en Cristo es demasiado preciosa para ser comprometida. ¿Acaso no estás de acuerdo?”
Este escenario que nos muestra la preocupación que tenían los Corintios ha sido sacado de lo que Pablo les dice a ellos en la carta. Ellos creen que ellos están bastante avanzados en su espiritualidad en Cristo. Pablo los describe a ellos con una ironía mordaz: “¡Ya tienen todo lo que desean! ¡Ya se han enriquecido! ¡Han llegado a ser reyes y eso sin nosotros!” (1 Cor 4:8) Ellos estaban compitiendo entre ellos para ver quien era el más avanzado en los dones espirituales. Ellos celebraban la cena del Señor pero sin un sentido de comunidad, Ej. “sin discernir el cuerpo del Señor” (1 Cor 11:29), debido a que ellos están primeramente preocupados con lo que ellos pueden obtener individualmente como Cristianos.
El Mandamiento de Pablo Sobre el Velo
En 1 Cor 11:2-16, La respuesta que da Pablo a los Corintios -de la manera que haya sido expresada- es enfática y directa. Esto fue, sin duda, muy fácil de entender para los Corintios. La respuesta, sin embargo, esta completamente entremezclada con practicas y sensibilidades de su propio tiempo lo cual presenta al lector moderno varias dificultades que han causado a varios comentaristas tomar varias posiciones al respecto.
Es claro que Pablo alaba a los Corintios por mantener las tradiciones que el les enseñó (1 cor 11:2), y quizá ésta alabanza indica que solamente una parte de la congregación es la que está teniendo problemas con los temas que él describe. En los versículos que siguen, Pablo parece simplemente asumir sin ningún argumento que es propio tanto para hombres como para mujeres el “orar y profetizar” (1 Cor 11:4-5) Como en el capitulo 7, Pablo usa cuidadosamente oraciones paralelas en 1 Cor. 11:4-5 para describir al primer hombre (aner) “quien ora o profetiza” y luego la mujer (gyne) “quien ora o profetiza” La frase se diferencia solamente en lo que el hombre o la mujer llevan puesto. La preocupación de Pablo es lo que los Corintios puedan decir a través de la forma en que el hombre y la mujer se cubren o se destapan la cabeza. El describe el hecho de cubrirse la cabeza o el hecho de no cubrírsela, consciente de que los Corintios saben exactamente lo que el velo o el estilo de corte de cabello son y lo que significa para las personas alrededor de ellos, aunque esto sea bastante difícil para los eruditos modernos el saber que era lo que Pablo estaba describiendo.
Este lenguaje del velo era sin embargo bastante poderoso. Si se ponía el velo incorrecto, esto trasmitiría un mensaje de deshonor (hataischiyno), vergüenza o desdicha (aischron), y degradación (atimia). Si el velo correcto era puesto, esto trasmitía autoridad (exousia) y gloria (doxa). El dice que para una mujer el no estar cubierta (evidentemente con un velo) era una vergüenza lo mismo que si se hubiera cortado el pelo bien corto o se hubiese rapado: “pero si es vergonzoso para la mujer el tener el cabello corto o la cabeza rasurada, que se la cubra” (1 Cor 11:6).
En el contexto, Pablo claramente asume que los Corintios sentirán que la vergüenza de una mujer respetable será insufrible ante el mundo si se ha cortado el cabello bien corto. Al igualar ése sentido de vergüenza con una mujer que lleva su cabeza descubierta cuando ora o profetiza, Pablo quiere que ellos entiendan que su descuido de estos velos podría traer disrupciones serias en las mujeres individuales y en la comunidad. Si ellos entienden esto, el cree que ellos tendrán un motivo poderoso para respetar el sentido de vergüenza y asegurarse que todas las mujeres llevan el velo puesto cuando ellas oran o profetizan.
Similarmente, un hombre que lleve su cabeza cubierta traerá deshonra (kataischyno), y por tanto siempre debe llevar su cabeza descubierta cuando el “ora o profetiza”.
A pesar de una enorme cantidad de investigación, la mayoría de los historiadores admiten que nosotros hoy no podemos reconstruir exactamente las clases de velo (o algunos sugieren el estilo del peinado) a los que Pablo se refiere en estas instrucciones. Cabe mencionar que ha habido una gran diversidad de opiniones entre intérpretes serios acerca de como aplicar las instrucciones de Pablo concernientes al velo en nuestros días.
Conexiones a un modelo de creación
Pablo interpreta el significado de las diferentes formas de cubrirse la cabeza para hombres y mujeres y la importancia de llevarlos puestos haciendo referencia a la narrativa de la creación en Génesis:”El hombre no debe cubrirse la cabeza, ya que él es imagen y gloria de Dios, mientras que la mujer es gloria del hombre. De hecho, el hombre no procede de la mujer sino la mujer del hombre; ni tampoco fue creado el hombre a causa de la mujer, sino la mujer a causa del hombre” (1 Cor 11:7-9). Aquí Pablo combina elementos tanto de Génesis 1 como de Génesis 2. Génesis 1:27 enfatiza que en el clímax de la creación Dios creó al “hombre” (Hebreo adam=ser humano) tanto masculino como femenino los dos seres humanos, los dos hechos a la imagen y semejanza de Dios. En Génesis 2, el clímax de la creación viene al final de la búsqueda de una compañía adecuada para el hombre/humano (adam )cuando el Señor toma parte de una (“costilla”) del ser humano (adam) y crea una compañera, una aliada para él hay un reconocimiento inmediato:”Esta si es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Se llamará mujer (ishah) porque del hombre (ish) fue sacada” (Gen. 2:23). Como un medio para entender el significado de los velos, Pablo parece ver Génesis 1:27 a través del lente de Génesis 2 y la distinción entre la creación del hombre y la mujer. Debido a esa distinción, a la cual Pablo alude en vez de explicar, el velo es importante: “por ésta razón una mujer debe tener señal de autoridad (exousia) en la cabeza, por causa de los ángeles” (1 Cor 11:10). Las varias discusiones acerca del significado de esta oración casi siempre terminan en incertidumbre. En mi opinión, Pablo está posiblemente contradiciendo aquellos Corintios que pensaron que remover el velo de la cabeza de las mujeres era un signo de su autoridad para orar y profetizar. Pablo piensa que es precisamente el velo quien da autoridad a la mujer de orar y profetizar, porque al hacerlo así, ella no pone en vergüenza ni a la iglesia, ante otra gente- ni ante los Ángeles. El significado de la frase de Pablo “por causa de los Ángeles” añade aun otro misterio a los varios que ya existen en éste pasaje. Ningún comentario hasta ahora, creo yo, ha dado una interpretación adecuada. En éste pasaje nosotros estamos claramente escuchando una discusión en la que nosotros hoy–desde una distancia de 2000 años–simplemente no entendemos todo lo que estaba en juego para Pablo y para los Corintios.
Pablo parece enfáticamente rechazar la idea de que los hombres y las mujeres de Corinto pueden dejar atrás sus papeles en la estructura de la sociedad y de la creación expresada y simbolizada en el velo. Pablo está escribiendo dentro de una sociedad en la cual es prácticamente desconocido el que una mujer hable en una asamblea pública. Plutarco, un filósofo y ensayista del primer siglo, dice que el hecho que una mujer hable en público es tan vergonzoso como si se desnudara en público (Moralia, 142; arriba p. 44). Sin embargo Pablo claramente afirma que las mujeres oran y profetizan en la asamblea pública donde los de afuera y los mismos de la iglesia pueden observar y quizás ser ofendidos por esos actos tan vergonzosos. Desde que las mujeres (y los hombres) estaban usando dones dados a ellos por el Espíritu de Dios, sus acciones no podrían ser rechazadas pero si dirigidas de forma que se tuviera el máximo impacto positivo para el evangelio. Pablo esta evidentemente argumentando que las oraciones y las profecías de las mujeres se guarden de ser vergonzosas mediante el sometimiento a lo que es apropiado en materia del velo y expresar así su lugar apropiado en el transcurrir de la creación. Los dos, hombres y mujeres oraron y profetizaron (1 Cor 11:4-5), pero un hombre no debe llevar su cabeza cubierta mientras que la mujer tiene que llevar su cabeza cubierta. Ninguna parte es opcional. Así como Pablo había dado su “regla para todas las iglesias” en 1 Cor 7:17, aquí el declara, “Nosotros no reconocemos otra practica, ni tampoco la iglesia de Dios” (1 Cor. 11:16).
El significado de la autoridad
Numerosos rompecabezas aún quedan para el intérprete: por ejemplo, los varios significados de “cabeza” (kephale) a través del pasaje. La palabra significa principalmente una cabeza literal. Esta también puede ser usada metafóricamente en varios sentidos: arriba, primer orden, fuente. Pablo se mueve entre los significados literales y metafóricos, y no siempre es claro cual es el que él tiene en mente. Pablo escogió el usar la palabra “cabeza” metafóricamente debido a que esto concuerda muy bien con el problema concreto, el cubrirse la cabeza durante el culto.
En 1 Cor. 11:3 Pablo dice, “Ahora bien, quiero que entiendan que Cristo es la cabeza (kephale) de todo hombre, mientras que el hombre es cabeza de la mujer y Dios es la cabeza de Cristo.” En inglés como en español la palabra cabeza es frecuentemente usada metafóricamente para significar “una persona en autoridad o mandatario.” Así nosotros hablamos de la cabeza del departamento, o la cabeza de las fuerzas armadas, o la cabeza de la compañía, y nosotros queremos decir con esto la persona que esta a cargo en estas situaciones. Debido a este muy común uso, el comentario de Pablo es frecuentemente entendido en sentido de autoridad: Cristo es la autoridad del hombre, el hombre es la autoridad de la mujer, y Dios es la autoridad de Cristo.
El problema con esta común interpretación, sin embargo, es que la palabra griega kephale no es usada como en el ingles o el español los cuales usan cabeza en sentido de “autoridad”, o de la “persona que esta a cargo.” Uno de los mejores diccionarios Griegos, conocido como “Liddell y Scott” no incluye “autoridad” algo parecido entre los varios significados metafóricos de la palabra kephale. Estudios extensivos modernos del griego antiguo no han encontrado un solo ejemplo fuera de la Biblia donde kephale significa “autoridad” o “una persona que esa a cargo”.
Hay muy pocos ejemplos de usos de esta clase en la traducción del antiguo testamento al griego el cual llamamos septuaginta. Es muy cierto que la palabra hebrea para cabeza (rosh) es usada metafóricamente así como en español o ingles para significar “autoridad, jefe comandante.”etc. La palabra rosh aparece en el hebreo del Antiguo Testamento 560 veces. Cerca de unos 180 veces es traducida en sentido metafórico como “autoridad, jefe.” La traducción de la septuaginta es notoriamente literal palabra por palabra del hebreo. Si la palabra kephale en griego fuera usada para significar “autoridad”o “comandante” como pasa en hebreo y en español, los traductores ciertamente la habrían usado, desde que esta es la palabra natural equivalente a rosh (“cabeza”). En casi todos estos 180 casos, sin embargo, los traductores resistieron su tendencia natural hacia la traducción palabra por palabra y substituyeron alguna otra palabra Griega que podría ser traducida como autoridad, jefe, o comandante (tal como archon). En menos de 10 ejemplos ellos tradujeron rosh como equivalente a kephale donde esta podría significar “autoridad.”Estos son aparentemente los únicos ejemplos del Griego antiguo en los cuales kephale tiene este significado.
¿Que significa kephale en 1 Corintios 11:3? Pablo usa este término en sentido metafórico varias veces en sus cartas. En aquellos pasajes en los que él desarrolla la metáfora con una suficiencia tal que nosotros podemos deducir sus significados, la palabra kephale usualmente parece describir la fuente de la vida y nutrición para el cuerpo. En el primer siglo, la gente casi siempre pensó en el corazón en vez de la cabeza como la localidad donde se halla la mente y por tanto como la fuente del pensamiento, decisión y mandato. La cabeza, sin embargo, era la parte más alta del cuerpo, la parte a través de la cual todo el aire y la comida entra al cuerpo, la parte que combina todos los sentidos, la parte que provee identidad a través de la cara, y la parte sin la cual el resto del cuerpo no podría vivir. En Colosenses 2:19 Pablo hace un llamado a la Iglesia a mantenerse firme “en la cabeza, de la cual todo el cuerpo, se nutre y se mantiene junto a través de coyunturas y ligamentos, y crece con un crecimiento que es del Señor.” Similarmente, en Efesios 4:15-16 Pablo urge a la iglesia “a crecer en todas las formas en aquel que es la cabeza es decir, Cristo. Por su acción todo el cuerpo crece y se edifica en amor, sostenido y ajustado por todos los ligamentos, según la actividad propia de cada miembro.” En ambos pasajes el énfasis de Pablo es en Cristo quien es la fuente de vida, nutrición y apropiado crecimiento para el cuerpo.
De manera similar en 1 Corintios 11, varios interpretes (quizá la mayoría) ve 1 Corintios 11:8 (“porque el varón no fue hecho de la mujer, sino la mujer del varón”) como la mejor pista que nos da Pablo para el significado de “cabeza” en el versículo 3 de igual manera que los pasajes citados en Colosenses y en Efesios, “cabeza” aquí describe la fuente de la vida, ahora vista en el proceso de la creación. Cristo es el agente de toda la creación (1 Cor 8:6; Juan 1:3; Colosenses 1:15-16); el hombre es creado primero (Génesis 2:7); la mujer es creada del hombre y en relación al hombre (Gen 2:22), Dios como padre es la fuente de la encarnación de Cristo (Gálatas 4:4). Para Pablo, y evidentemente para los otros, era éste sentido de una existencia que fluía ordenadamente, la cual era simbolizada de una manera importante y en una forma dramática por el velo que la gente llevaba o evitaba durante el servicio. La distinción entre el hombre y la mujer en esta materia no significa ninguna diferencia de acceso al espíritu de Dios o alguna diferencia en expresar los dones espirituales. Pablo no interpreta este modelo como de inferioridad de la mujer, al igual que él tampoco interpreta la relación de Cristo con Dios como una de inferioridad de Cristo. De esta manera Pablo tiene un punto que añadir en los versos 11-12, al afirmar que en el Señor tanto el hombre como la mujer son mutuamente interdependientes, y que aún el orden de la creación puede ser interpretado para mostrar que el hombre es derivado de la mujer tanto como la mujer es derivada del varón. El Espíritu da sus dones tanto a hombres como a mujeres.
Observaciones
Así que, 1 Corintios 11:4-5, habla del hombre y la mujer haciendo exactamente la misma cosa en el culto: orando y profetizando. Estas dos son actividades públicas las cuales usan los dones que el Espíritu les ha dado tanto a hombres como a mujeres a fin de servir la comunidad. Aunque ésta igualdad – dada por el Espíritu de Dios – podría verse como escandalosa en la sociedad de ese tiempo, la ofensa es disminuida o removida por el respeto por los símbolos de orden en la sociedad y en la creación, es decir, por el velo. En estos versículos, la palabra “cabeza” en un nivel habla de una cabeza literal fuera ésta cubierta o descubierta. Esta acción sin embargo es expresada en un segundo nivel metafórico del orden por el cual la vida fue dada en la creación y por tanto un respeto por las estructuras y propiedades de la sociedad… Cuando estas propiedades son observadas, las mujeres y los hombres Cristianos son libres para seguir la guía del Espíritu tanto en oración como en profecía. Si los Corintios se revelan contra éstas propiedades (lo que es apropiado) y por lo tanto tratan de afirmar que ellos son libres tanto de las reglas sociales como del orden de la creación de Dios y son libres para “dar motivos de ofensa a Judíos o Griegos o a la Iglesia de Dios,” entonces ellos deshonran su cabeza tanto en sentido literal como metafórico.
A través de éste argumento, lo mismo que en sus otras discusiones de los que se quedaron sin casar (1 Cor 7) o de los que comen carne sacrificada a los ídolos (1 Cor 8), Pablo nunca cuestiona en lo mas mínimo el derecho fundamental tanto de los hombres como de las mujeres de realizar su libertad en Cristo. Pero Pablo es muy sensible a la situación específica de la iglesia y espera de los Cristianos de Corinto que aprendan a ser igualmente sensitivos… “Juzguen por ustedes mismos, creen que es apropiado…?” El dice. Otra vez, “si es vergonzoso para una mujer cortarse o raparse la cabeza, entonces que se ponga el velo.” Otra vez, “¿No nos enseña también la naturaleza…?”
El es también cuidadoso de recordarle a los Corintios que éstos signos externos de respeto por el orden y lo que es apropiado–los cuales son importantes a fin de evitar ofensas que estorben el mensaje del evangelio–no significan que las mujeres son en ningún sentido secundarias en importancia con respecto a los hombres o inferiores a ellos. Así que en medio del argumento que podría ser entendido en sentido de subordinar las mujeres a los hombres, Pablo es cuidadoso en incluir una afirmación que nos habla de la jerarquía entre el hombre y la mujer, “en el Señor” en contraste al ya reconocido en la sociedad: “Sin embargo, en el Señor, ni la mujer existe aparte del hombre ni el hombre aparte de la mujer. Porque así como la mujer procede del hombre, también el hombre nace de la mujer; pero todo proviene de Dios” 1 Cor 11:11-12). Como en el capítulo 7 y en el 11:4-5, Pablo usa cuidadosamente oraciones paralelas y frases a fin de poner tanto al hombre como a la mujer en el mismo plano. El parece estar consciente que la forma en que él ha usado la historia de la creación para argumentar la necesidad de que la mujer se ponga velo (1 Cor 11:7-9) podría ser entendido para indicar que las mujeres son criaturas subordinadas a los hombres. El quiere enfáticamente repudiar tal interpretación. En el Señor ni la mujer ni el hombre tienen meritos separados uno del otro. Pablo aún muestra que la historia de la creación no podría ser leída para indicar subordinación. Dios ha estructurado su creación a fin de manifestar interdependencia, no jerarquía. En la creación inicial, la vida de la mujer fue derivada del hombre. Pablo sugiere que esto no fue accidental, pero intencional, de forma que ningún sexo clamara superioridad sobre el otro. Al contrario, los dos sexos necesitan darse cuenta que la verdadera fuente de vida tanto del hombre como de la mujer proviene de Dios. Como hemos notado antes, en una sociedad en la cual es común hacer notar que la mujer era inferior al hombre en mente, voluntad, moralidad, y cuerpo, las afirmaciones de Pablo son de hecho verdaderamente remarcables.
La preocupación de Pablo concerniente al velo, yo creo, no es una preocupación por una ley eterna y divina concerniente al vestuario para la cabeza, pero si una preocupación concerniente a la salvación de todos los que estaban siendo ofendidos por las prácticas de los Corintios. En esa época era escandaloso para una mujer, aún para la más inteligente y dotada, el hablar en público. La libertad que el Espíritu les había dado a los creyentes tenía que ser manejada cuidadosamente mostrando con signos externos lo que es apropiado puesto que si no lo era traería una división fundamental sobre la comunidad. Tal acción “desvergonzada” podría ofender a los de afuera e impedir que ellos oyeran el mensaje convincente del evangelio que éstos hombres y mujeres estaban tratando de expresar a través de su profecía. Pero cuando los símbolos apropiados de lo que era adecuado fueron usados, entonces tanto hombres como mujeres podrían orar o profetizar, hablando a la gente “para su edificación, animación y consolación” (1 Cor 14:3).
Hoy en día, ese mismo deseo de no impedir el evangelio también es requerido. Sobre el curso de dos mil años, varias de las acciones descritas en ésta sección han cambiado de significado. Ya no sentimos que es “vergonzoso” para una mujer el cortarse el cabello o el hablar en público en una asamblea. En 1 Corintios 11:13 Pablo pregunta, “juzguen por ustedes; ¿es propio el que una mujer ore al Señor con su cabeza descubierta?” El claramente espera que los Corintios estén de acuerdo que no es apropiado. Si la misma pregunta se hiciera hoy en nuestra sociedad, la respuesta seria justamente la opuesta, “por su puesto, es apropiado.”Las acciones que causaron ofensa en el primer siglo y prevenir que la gente oyera el evangelio no tiene hoy el mismo efecto. De hecho las mismas acciones que Pablo ordenó en orden de evitar ofensas – insistiendo en llevar velo o la cabeza cubierta – podrían causar ofensa en nuestro contexto hoy. Reconocer éstos cambios en ninguna manera minimiza la importancia del texto, pero simplemente reconoce que Pablo estaba hablando a los Corintios en el lenguaje de su propia cultura y sensibilidad. El punto que el estaba tratando aún es relevante – asegúrense que el evangelio llega a la gente – aunque la manera como el punto es cumplido varié de una cultura a otra.
El principio importante en ésta sección es que la iglesia tiene que encontrar formas por las que los dones de Espíritu son usados por todos los miembros sin que el uso de estos dones tenga efectos destructivos (“ofensa a los Judíos, Griegos o a la Iglesia de Dios”). Pablo quería que tanto los hombres como las mujeres contribuyeran a la vida pública de la comunidad al orar y al profetizar en la medida que el Espíritu trabajara en sus vidas. Esto no era un asunto de las personas reclamando sus derechos o luchando por ganar poder en la iglesia. Para Pablo el punto era el poder y derecho del Espíritu de Dios de trabajar libremente en la comunidad y de “repartir a cada individuo como el quiere” (1 Cor 12:11).
repartir a cada individuo como el quiere” (1 Cor 12:11).
Yo creo que en nuestros días y nuestro contexto, la iglesia está en peligro de crear una doble ofensa. La primera ofensa tiene que ver con poner estorbo al evangelio de la misma manera que los Corintios lo estaban haciendo. Irónicamente, las causas de la ofensa en nuestro contexto y en el contexto de los Corintios son casi exactamente opuestas. En nuestro contexto nosotros podríamos causar ofensa a la gente de afuera y de adentro de la congregación y de ésta manera causar tropiezo al evangelio cuando nosotros como iglesia sistemáticamente silenciamos a las mujeres. Nosotros sistemáticamente actuamos en público como comunidad en una forma que le decimos al mundo alrededor nuestro que nosotros consideramos a las mujeres en cierta manera inferiores a los hombres, no confiables, y no capaces de ser usadas por Dios en una forma pública. Nosotros quizá no queremos reflejar ese mensaje, pero nuestras acciones en el contexto de nuestra cultura llevan ese significado, y por tanto envía un mensaje al mundo que es completamente contrario al evangelio y ofensivo a todos nosotros. Nosotros dentro de la iglesia evitamos el sentimiento de ofensa convenciéndonos a nosotros mismos que el mensaje que la gente recibe no es el mensaje que nosotros enviamos, pero el problema permanece.
La segunda ofensa tiene que ver con el trabajo del Espíritu Santo. Desde que el Espíritu reparte sus dones “a cada uno como el quiere” (1 Cor 11:11), nosotros estamos en peligro de oponernos al Espíritu o “apagar al Espíritu” (1 Tesalonicenses 5:19) cuando nosotros sistemáticamente negamos los dones que el a veces escoge dar a las mujeres para construir la comunidad en formas públicas. En tiempos antiguos, a pesar de la intensa oposición a que las mujeres hablaran en público, Pablo encontró formas para que las mujeres “oraran y profetizaran” sin causar un escándalo excesivo. En nuestros días, cuando no hay tal oposición social, ¿haremos menos?
1 Cor. 14 es la sección donde Pablo concluye el tratamiento del tema sobre los “dones espirituales” (pneumatika) y “dones de gracia” (charismata) en los capítulos 12-14. A través de ésta sección es claro que los Corintios valoran los dones espirituales altamente, aunque Pablo indica que en una manera especial ellos están seriamente equivocados: “ahora concerniente a los dones espirituales, hermanos, no quiero que estén mal informados. …Yo quiero que entiendan que nadie que habla por el Espíritu de Dios dice ‘Jesus sea maldito’” (1 Cor 12:1-3). A través de 1 Cor 12 y 14:1-33, Pablo indica que todos los Cristianos en Corinto experimentan los dones espirituales (pneumatika y charismata) de varias clases. El enfatiza que la variedad y repartimiento de los dones no depende de la comunidad sino que es el trabajo de Dios. La gran variedad de dones todos provienen de un mismo Espíritu/del mismo Señor/del mismo Dios (1 Cor 12:4-6). El urge a los Corintios de no tratar de competir entre ellos en la espectacular cualidad de sus dones desde que “todos son inspirados por uno y el mismo Espíritu, quien da a cada uno individualmente como el quiere” (1 Cor 12:11).
Dones dados para todos
En la medida que Pablo trata con el entendimiento correcto respecto al uso de los dones espirituales, el no da ninguna indicación de que los dones son repartidos entre un genero solamente, en el cual solamente los hombres reciben dones que tienen que ver con la oratoria pública mientras que las mujeres solamente experimentan aquellos dones que son para el uso privado. Tal división seria tan extraña como si el Espíritu le diera dones públicos a judíos en vez de a los Gentiles o a esclavos en vez de a gente libre. De hecho, como hemos visto, el ya había indicado en 1 Cor 11:4-5 que los dos, hombres y mujeres, oran y profetizan en las asambleas públicas donde el velo apropiado era importante. Esta experiencia de los dones del Espíritu tanto para hombres como para mujeres en Corinto, refleja la realidad de la iglesia en conjunto. De hecho, en el sermón de Pedro en Pentecostés en Hechos 2:17-18 se hizo énfasis de que “Dios declara, que enviaré mi Espíritu sobre toda carne, y sus hijos y sus hijas profetizarán,…y sobre mis siervos y mis siervas en esos días yo derramaré de mi Espíritu; y ellos profetizarán.”
En todas sus exhortaciones concernientes a los dones espirituales Pablo trata los dones del Espíritu y el uso de esos dones como disponibles para todos. Note los siguientes pasajes y la forma en que ellos indican la disposición universal de esos dones:
“Todo hombre que ora o profetiza con la cabeza cubierta deshonra su cabeza. Y toda mujer que ora o profetiza con su cabeza descubierta deshonra su cabeza…”
1 Cor 11:4-5
“Ahora hay variedad de dones, pero hay un solo Espíritu; y hay variedad de servicios, pero hay un mismo Señor; y hay variedad de actividades, pero es el mismo Dios quien activa todas ellas en cada uno. A cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para el bien común. A uno se le es dado el Espíritu de hablar sabiduría, y a otro palabra de conocimiento de acuerdo al mismo Espíritu, y a otro…y a otro…y a otro… y a otro… Todos éstos son activados por un mismo Espíritu, quien da a cada uno individualmente de la forma que al Espíritu le place.”
1 Cor 12:4-11
“Busquen el amor y esfuércense por obtener los dones espirituales, y especialmente el don de profecía… Aquellos que profetizan hablan a otra gente para su edificación, animación y consolación. Aquellos que hablan lenguas se edifican a si mismos, pero todos aquellos que profetizan edifican la iglesia. Ahora yo quiero que todos ustedes hablen en lenguas pero aún más que profeticen.”
1 Corintios 14:1-5
“Si, por tanto, toda la iglesia se reúne y todos hablan lenguas, y los de afuera o incrédulos entran, ¿no pensaran que estáis locos? Pero si todos están profetizando, uno de afuera o incrédulo que entra es reprobado por todos y es llamado a cuentas por todos.”
1 Cor 14:23-24
“Cuando ustedes se reúnen, cada uno de ustedes tiene un himno, una lección, una revelación, lengua, o interpretación. Dejen que todo esto sea para edificación.”
1 Cor 14:26
“Porque todos podéis profetizar, uno por uno, de manera que todos aprendan y todos sean edificados.”
1 Cor 14:31
Pablo da por sentado que todos los Cristianos comparten en el Espíritu “porque por un Espíritu todos fuimos bautizados en el cuerpo” (1 Cor 12:13). Pablo desea que todos ellos crezcan en su experiencia de los dones del Espíritu y quiere que todos los cristianos experimenten el don que mas contribuye a su crecimiento, esto es el don de profecía. En 1 Cor 14:31 Pablo hace la conexión: Así como todos necesitan aprender y todos necesitan ser animados así también todos pueden potencialmente profetizar. La misma palabra “todos” es usada tres veces para indicar la universalidad de propósito de la necesidad universal de profecía.
El problema de 1 Corintios 14:34-35
En el contexto de esta aparente idea inclusiva con respecto a los dones Espirituales para todos los cristianos, es un poco sorprendente llegar a 1 Corintios 14:43-35 el cual aparentemente, y de la manera que los versículos usualmente son traducidos, parecen excluir las mujeres completamente de varios dones del Espíritu los cuales Pablo ha venido discutiendo como por ejemplo el de profecía, hablar lenguas, compartir una palabra de sabiduría, o una palabra de conocimiento, o interpretación de lenguas. Pablo dice,
“Guarden las mujeres (esposas) silencio en la iglesia, pues no les está permitido hablar. Que estén sumisas, como lo establece la ley. Si quieren saber algo, que se lo pregunten en casa a sus esposos; porque no está bien visto que una mujer hable en la iglesia (asamblea).”
1 Cor 14:34-35
Esta instrucción viene al final de la discusión acerca del mal entendido y mal uso de los dones espirituales en Corinto y es el último en la serie de tres instrucciones de Pablo para lidiar con la conducta desordenada en las asambleas. En cada parte de la instrucción, Pablo manda un grupo de individuos que estén silenciosos. En 1 Cor 14:34-35 Pablo parece claramente que esta tratando con un problema relacionado con toda la discusión de 1 Cor 14.
Para los lectores modernos, sin embargo, la naturaleza exacta del problema no es clara, debido a que nosotros simplemente no conocemos lo que estaba pasando en las asambleas de Corinto. Los comentarios de Pablo son claramente parte del propósito general de lidiar con el desorden destructivo que estaba afectando a la iglesia de Corinto. –“todas las cosas deben ser hechas decentemente y en orden” (1 Cor 14:40). Pero cual era el carácter del desorden?
1. ¿Seria que las mujeres estaban diciendo alguna cosa en las asambleas?
2. ¿Seria que las mujeres se mantenían hablando desordenadamente y causaban problemas al discurso ordenado de los profetas?
3. ¿Seria que ciertas esposas estaban usando su reciente libertad en Cristo a fin de retar la autoridad de sus esposos y cuestionarlos y deshonrarlos en público?
4. ¿Seria que las mujeres estaban haciendo preguntas inapropiadas concernientes al discurso profético de otros?
5. ¿Son estos versículos actualmente una cita de un grupo divisivo de la Iglesia de Corinto, el cual estaba tratando de silenciar a la mujer basados en al Ley de Moisés, mientras que Pablo enfáticamente se opone a su acción?
Todas estas y otras variaciones han sido soportadas por serios estudiantes de este texto. En las iglesias de Cristo nosotros generalmente hemos seguido la primera opinión – Pablo está enseñando que no es permitido que una mujer hable nada en la asamblea, y él permanentemente calla a todas las mujeres y niñas en cualquier aspecto público de la vida eclesial (excepto el canto congregacional). Esta interpretación tiene una larga historia en la iglesia que se extiende hasta el siglo tercero. A través de los siglos ha sido universalmente justificado en base a la inferioridad de la mujer con respecto al hombre, su credulidad, falta de intelecto, carnalidad, excesivo emocionalismo, y otras características. Se creyó que estas flaquezas hacían de una mujer alguien no apto para ocupar puestos de responsabilidad, no solamente en la iglesia pero también en todos los aspectos de la vida pública.
Esta opción de silenciar totalmente a las mujeres, sin embargo, es en varias formas la más difícil de mantener sin tener que presentar a Pablo en directa contradicción con el mismo. Se pone muy complicado el entender porque Pablo se enfrasca en una larga discusión con respecto al velo de las mujeres cuando ellas oran o profetizan, si a ellas se les iba a prohibir el orar o profetizar.
En orden de mantener la visión más restrictiva de la mujer, nosotros tenemos que descontar algunos pasajes de Pablo en la misma carta a los Corintios:
(1) Nosotros tenemos que admitir que cuando Pablo habla de “toda mujer que ora o profetiza…” (1 Cor 11:5), él simplemente no quería decir esto. O tenemos que crear un escenario en el cual la mujer ora o profetiza en un contexto fundamentalmente diferente al del hombre, aunque Pablo hable de los dos grupos orando y profetizando sin necesidad de ni aún mencionar la diferencia entre hombre y mujer.
(2) Nosotros también tenemos que mantener que cuando Pablo dice “yo quiero que todos ustedes profeticen,” el actualmente está excluyendo la mitad de la congregación sin tener que mencionarlo. Similarmente, cuando el habla de “toda la iglesia” o cuando dice, “todos ustedes pueden profetizar uno por uno,” que el no incluye a las mujeres en “toda la iglesia” o en “todos ustedes.” Tal manera de interpretar le impone auto contradicción o deshonestidad a Pablo.
Observaciones personales: mi propia experiencia
En mi experiencia, prácticamente todo el mundo argumenta por una manera peculiar de entender y aplicar 1 Cor 14:34-35 lo hace en una combinación de estudio bíblico y experiencia personal. Estos factores interactúan entre si e influencian la forma en que una persona entiende la forma como un texto fluye. Yo no soy diferente de los demás. Yo puedo recordar que mis tempranas preguntas con respecto a la forma como éste pasaje había sido interpretado y aplicado en la iglesia se me ocurrió hace unos 40 años atrás cuando yo estaba en la escuela secundaria y ayudaba a mamá y papá en su trabajo.
Mis primeras preguntas acerca de la interpretación eclesial común tenían que ver con que tan arbitrario parecía el silenciar a las mujeres y excluirlas de enseñar a los hombres en alguna manera, y como ésta práctica parecía no tener relación con las habilidades o preparación de una persona. Mi padre era predicador en varias iglesias pequeñas en Texas y Montana. Mi madre trabajó y enseñó activamente a su lado, enseñando mujeres y niños.
Mientras que me hice más y más consciente de la forma que ellos trabajaban, yo aprendí que mi madre era la más diligente y el estudiante de la Biblia mas avanzado entre ellos dos. Papá y mamá (antes que yo naciera) habían trabajado juntos, y muchos de los sermones de papá estaban basados en los estudios Bíblicos de mi madre y en su preparación de bosquejos para él. En años tardíos mi madre escribió estudios Bíblicos para adultos en la escuela dominical. Mis hermanas, hermanos y yo solíamos ayudarle a ensamblar esos libros de trabajo para la escuela dominical. En esos días, sin embargo, libros que eran hechos por mujeres no serian usados en la escuela dominical donde había hombres. Mi padre sin embargo escribía alguna parte pequeña de los libros – la escritura no era su don – de manera que los libros pudieran aparecer como si los dos eran los autores y pudieran ser usados en las clases mixtas. Aún en ese tiempo me pareció extraño creer que Dios tuviera que levantar un sistema tan arbitrario que no tenia relación con habilidad o idoneidad.
Años más tarde yo me metí en estudios de historia de la iglesia, y leí acerca del silencio de la mujer en la iglesia y los argumentos que se usaron para defender esta posición y reforzarla, yo aprendí que a través de la mayoría de la historia de la iglesia, la práctica no fue pensada como arbitraria en ninguna manera. Al contrario, como lo indiqué más arriba, el silenciar a la mujer fue casi universalmente defendida en base a la creencia que la mujer era inferior y no apta para enseñar o ejercer autoridad. Frecuentemente se dijo que ellas eran inferiores en intelecto, más engañables que el hombre, demasiado emocional, o moralmente más licenciosas. Tales argumentos han sido usados hasta tiempos muy recientes aunque son demostrablemente falsos y moralmente ofensivos. Las mujeres y los hombres se diferencian uno del otro en varias formas, pero ningún grupo es moralmente, intelectualmente, o emocionalmente inferior o superior al otro. Y ningún grupo es mas engañable que el otro. Los dos grupos tienen individuos en todas estas categorías, y es muy importante el evaluar individuos en vez de una categoría de personas.
Restricciones a las mujeres fueron bastante amplias en las congregaciones donde yo crecí, de forma que mujeres y jovencitas eran prohibidas de enseñar a los jóvenes o a los varones que eran bautizados o de hacer algo en el culto público excepto el unirse en el canto congregacional. De otra manera, esas congregaciones no continuaron las prácticas que mi abuela honraba, tales como el llevar velo a la iglesia (usualmente sobre el sombrero) y nunca cortarse el cabello.
Cuando yo aprendí a través del estudio que la interpretación de 1 Cor 14:34-35 con la que yo había crecido no era la única lectura del texto, y que ésta interpretación envolvía una contradicción enorme con 1 Cor 11:5-6 (un pasaje del que yo casi nunca oí), yo empecé a cuestionar la interpretación más y más. Mientras enseñé 1 Corintios en iglesias durante los días después que yo empecé a predicar (cerca de 38 años atrás), yo gradualmente estudié el pasaje más y más. Yo empecé a ver el texto mismo – en forma distinta que la forma como yo lo había visto cuando yo estaba creciendo – ésta forma no requería que Pablo se contradijera a si mismo, ni que Dios tratara con el hombre y la mujer en forma arbitraria.
El Contexto de 1 Corintios 14:34-35
En 1 Corintios 14:26-36 Pablo esta tratando con el alto estilo participativo de culto que la iglesia de Corinto practicó. Esta manera de culto puede que haya sido típica de las congregaciones de los primeros siglos los cuales valoraron la presencia del Espíritu entre ellos (quizá en contraste con aquellos que simplemente imitaban el servicio más calmado de la sinagoga).
Pablo dice, “Cuando ustedes se reúnen, cada uno tiene un himno, una lección, una revelación, o lengua, o interpretación. Háganlo todo para edificación.” Pablo especifica “cada uno” (no “cada uno de los hombres” ni “cada uno de los varones líderes”). Pablo claramente asume que cada uno de los Corintios participa y contribuye al culto. Pablo no indica que a el le gusta ésta forma particular de adorar, pero el tampoco les dice que dejen de adorar en esa forma. El simplemente les dice que juzguen todo por el estándar de “edificar” o “animar”–evaluar todo al mirar si esto verdaderamente edifica y construye la comunidad. Lo que realmente importa es que lo que se haga y se diga tenga efectos positivos en los oyentes ayudándolos a conocer más a Cristo o a crecer en su vida cristiana. El no da ninguna explicación concerniente a que el sexo del que haga esto sea importante.
La cuestión de quien es el que habla se vuelve importante solamente cuando la gente está hablando en una forma disruptiva que destruye el papel de la “edificación” en el culto. Pablo cree que el Espíritu está genuinamente presente entre ellos y es una de las características más importantes de su vida juntos. El quiere afirmar el poderoso trabajo del Espíritu entre ellos pero el no cree que las manifestaciones del Espíritu sean incontrolables de tal manera que todos los que están hablando por el Espíritu no puedan parar o controlar lo que están haciendo. Como el dice, “el espíritu de los profetas está sujeto a los profetas” (1 Corintios 14:32).
En este contexto en que él está urgiendo a que tengan orden y edificación en medio de un culto lleno del Espíritu al cual todos contribuyen; Pablo especifica tres grupos en Corinto que necesitan callarse en orden a contribuir a la edificación del culto al ayudar a que todo se haga “decentemente y con orden” (1 Cor. 14:40).
Aquellos Que Hablan Lenguas
Los Corintios (hombres y mujeres) quienes estaban hablando lenguas estaban causando dos problemas. Ellos eran muy numerosos, y frecuentemente hablaban extáticamente sin ninguna interpretación. Pablo requiere de los Corintios en ésta situación que limiten los que hablan lenguas a dos o tres y solo con un intérprete. De otra manera el dice, “dejen que cada uno de ellos guarde silencio en la iglesia y hable a si mismo y a Dios” (1 Cor. 14:28). El verbo griego que Pablo usa para “guardar silencio” es sigan el cual significa “este callado, pare de hablar, o cállate.”
¿Es apropiado preguntarse si Pablo está creando una pieza legislativa que prohíbe a todas las iglesias (en Alejandría y Efeso por ejemplo) de tener un culto en el cual cuatro o más podrían hablar lenguas profusamente? La respuesta, yo creo, es no. Yo creo que el está tratando un problema particular entre los Corintios y aplicándolo a las restricciones que ellos necesitaban en su situación.
¿Está Pablo silenciando permanentemente a estos habladores de lenguas? Obviamente no. Si lo que ellos dicen es dicho en un contexto en el que ellos contribuyen a la edificación de la Iglesia, eso está bien. Pero si esto es hecho en una forma que trae deshonra y daño a la comunidad–“los de afuera o creyentes…digan que están locos” (1 Cor 14:23) –entonces esto tiene que parar. Pablo dice, “yo quiero que todos ustedes hablen lenguas,” pero silencia las prácticas de éste don del Espíritu cuando éste no es usado para edificar la comunidad.
Aquellos Que Profetizan
Los Corintios aparentemente parece que tenían varios profetas (tanto hombres como mujeres) hablando al mismo tiempo en forma tal que los ponía en competencia el uno con el otro. De ésta forma aún el don de profecía había sido robado de su efectividad en edificar la iglesia (1 Cor. 14:4). Otra vez Pablo usa el verbo sigan (“paren de hablar”) a manera de instruir todos los que estaban profetizando de dejarle el turno al otro (en vez de pensar que lo que ellos tienen que decir es lo más importante): “dejen que dos o tres profetas hablen, y dejen que los otros juzguen lo que ellos dicen. Si le viene una revelación a uno que está por ahí sentado, dejen que el primero se calle (sigan)” 1 Cor. 14:29-30.
Otra vez esto es una materia importante de orden y edificación. Aún lo que Pablo considera el más grande don espiritual después del amor (el cual por su pura naturaleza siempre edifica la comunidad) puede ser usado en una manera destructiva. Todavía Pablo enfatiza, “todos ustedes pueden profetizar uno por uno de forma que todos aprendan y todos sean animados” (1 Cor 14:31). El silenciamiento de los profetas fue temporal y encaja en la situación y problema en la iglesia. Esto no fue entendido como una restricción permanente.
Las mujeres/esposas
El tercero en la serie de llamados al silencio y al orden se enfoca en las mujeres/esposas en la congregación y ha sido el más debatido.
Como ya hemos notado, el problema básico en entender lo que éste pasaje significó para Pablo y los Corintios proviene del hecho de que la primera lectura del pasaje parece estar en contradicción de lo que Pablo escribió en 1 Cor 11:5. Requerir que las mujeres se pongan velo cuando oran o profetizan parece un sin sentido cuando Pablo está a punto de imponer una absoluta prohibición de que las mujeres hablen en alguna manera.
Nosotros no debemos asumir que Pablo se está contradiciendo a si mismo. Tal aparente contradicción en una carta es frecuentemente indicación de que hay elementos de la situación que fueron claros a los Corintios y a Pablo pero que no son tan claros para nosotros. Necesitamos recordar que estamos leyendo las palabras de Pablo a una distancia de 2000 años y estamos leyendo solo un lado de una conversación de dos caras.
Aunque nunca sepamos exactamente que estaba pasando en el culto de la iglesia en Corinto, varios elementos del pasaje nos pueden dar pistas sobre el contexto y ayudarnos a aliviar las aparentes contradicciones.
Los esposos en la casa
Primero, note lo que Pablo propone como remedio a las mujeres que estaban hablando “y si ellas quieren saber algo, ellas deben preguntar en casa a sus maridos” 1 Cor 14:35). Como hicimos notar antes, una sola palabra griega (gyne) significa “mujer” o “esposa,” y otra palabra (aner) significa “hombre” o “esposo.” En otras partes de 1 Corintios estas palabras son frecuentemente usadas en el sentido de “esposa”y “esposo” (por ejemplo, 1 Cor 7:2-4). El orden de las palabras en 1 Corintios 14:35 apunta en la misma dirección. En sus instrucciones Pablo específicamente indica que “mujeres” (gyne) a las que el se está refiriendo tienen sus propios “maridos”(aner) en sus hogares. Así que la misma forma de hablar de Pablo y sus instrucciones apuntan al hecho de que el problema de Corinto se refería a una situación que envolvía esposos y esposas en vez de hombres y mujeres en general. En el capitulo 7 Pablo nos comenta que habían varias mujeres en Corinto las cuales no tenían esposos cristianos en el hogar las cuales podrían hacer preguntas en la asamblea. Esto incluía a mujeres solteras, o mujeres casadas con no cristianos, mujeres divorciadas, y viudas. El hecho de que Pablo propone el preguntar a sus esposos como solución al problema, sugiere que el problema envolvía esposas que cuestionaban a sus maridos en la asamblea, una actividad que en la sociedad Griega fácilmente podría ser considerada disruptiva o insultante.
Hablar, preguntar
Una indicación de lo que estaba pasando en la asamblea probablemente puede ser encontrado en la palabra trasladada “hablar” (lalein). El significado básico de esa palabra (tomado de un lexico estándar del griego clásico) es “parlotear, chacharear, cuchichear, charlar, propiamente hacer un sonido inarticulado, su opuesto es hacer un discurso articulado; pero también, hablar, hablar de.” En el griego del primer siglo el verbo lalein mantuvo su significado antiguo pero también fue usado para significar “hablar, decir algo, expresar algo, hablar, proclamar.”
Pablo usa lalein más frecuentemente en 1 Cor 14 que en ninguna otra sección de sus escritos. Es especialmente apropiado para hablar en lenguas ya que las “lenguas” son extáticas, discurso inarticulado que sonó a los de afuera como parloteo sin sentido o cháchara o bla bla bla. Cuando Pablo usa lalein por si misma en 1 Cor. 14:34-35 el probablemente la usa en el sentido de “charlar, parlotear” para indicar el cuchicheo que interrumpe que estaba contribuyendo al desorden de la asamblea. Algunos eruditos han enfatizado que el uso del griego en el presente infinitivo indica una práctica repetitiva o persistente – un continuo “cuchicheo” o interrupción de lo que otros estaban diciendo [vea Carroll Osburn, women in the Church, 198-199] Verso 35 sugiere que Pablo está pensando particularmente de las mujeres que estaban haciendo preguntas a sus maridos o a otros en la asamblea. El parloteo y el hacer preguntas en la asamblea no pueden ser justificados debido a que este podía ser hecho en otro lugar sin causar disturbio al culto.
Pablo da dos razones porque lo que está pasando en Corinto fue un problema que no se podía permitir que continuara.
“Como también la ley lo dice…”
Primero, a las esposas no se les permite seguir hablando, “pero deben estar sumisas, así como también la ley lo dice.” La referencia a la ley ha causado dolores de cabeza a muchos comentaristas. La mayoría de comentaristas se han dado cuenta que no hay referencia a ninguna ley en el Antiguo Testamento que prohíba a la mujer hablar en esta manera. El culto en el antiguo Israel no seguía un modelo en el que preguntas como estas se tuviera que hacer. La mayoría de comentaristas piensan que Pablo se esta refiriendo a Génesis 3:16, donde Dios le dice a Eva que debido a sus transgresiones ella sufrirá dolor al tener sus hijos, “desearás a tu marido y el te dominará.” El pasaje de Génesis, sin embargo, no dice ni aún sugiere que el señorío del esposo vaya a manifestarse en el silencio de la mujer en el culto. Esa conexión fue hecha en la sinagoga en el periodo ínter-testamentario. Allí, las comunidades Judías instituyeron asambleas para culto y estudio en las cuales las mujeres no podían hablar y frecuentemente las separaban de los hombres.
Tanto como fuera posible, Pablo quería que las asambleas no contuvieran elementos de escándalo y por eso “No pongan tropiezo a Judíos o a Griegos o a la iglesia de Dios” (1 Cor 10:32). O como el dijo antes, “A todos los que están bajo la ley, yo me hice como si estuviera bajo la ley– de forma que pudiera ganar a aquellos que están bajo la ley.” La actitud común de judíos o griegos en aquel periodo no es difícil de documentar. Josefo, el famoso historiador Judío del primer siglo escribió.
“La mujer (esposa), dice la ley, es en todas las cosas inferior (cheiron) al hombre (esposo). Dejen que ella sea sumisa, no para su humillación, pero para que ella sea dirigida; porque la autoridad ha sido dada por Dios al hombre.”
Contra Apion. 2.24
José Ben Johanan, un rabino de ésa era, es citado diciendo,
“No hablen demasiado con mujeres. Ellos dicen esto de la esposa misma de un hombre, cuanto más se dirá de la esposa del vecino.”
Mishnah.Aboth 1:5
Al parecer, la referencia de Pablo a lo que “dice la ley” puede reflejar el hecho de que los prospectos a la conversión de raza judía, quienes estaban acostumbrados a la forma de interpretar la Ley que se hacia en la sinagoga, encontraron que la forma como las mujeres de la iglesia de Corinto estaban cuestionando a sus maridos era particularmente de muy mal testimonio.
“Esto es vergonzoso…”
La segunda razón dada es una apelación a la sensibilidad común: esto es vergonzoso (aischron) que una mujer/esposa esté hablando en la asamblea. La terminología que Pablo usa aquí es la misma que el usa en 1 Cor 11:6, “pero si es vergonzoso (aischron) para la mujer tener el pelo corto o la cabeza rasurada, que se la cubra.” La vergüenza que Pablo describe no se refiere a un sentido absoluto de vergüenza ante Dios que alcanza condiciones culturales. Si esto fuera, tendríamos que argumentar que para una mujer el cortarse el cabello hoy en día le traería vergüenza ante Dios. En vez de esto, Pablo se refiere aquí al hecho que una mujer que habla en la asamblea (iglesia), especialmente en una forma que reta o cuestiona a su esposo, era considerado impropio en esa sociedad griega.
El hecho de que fuera vergonzoso para una mujer el hablar en público en esa sociedad significa que la comunidad eclesial tenía que tener mucho cuidado en la forma que las mujeres hablaban – aún cuando estaban hablando usando los dones del Espíritu – desde que los de afuera se podrían escandalizar por tales acciones. Era importante para ellos el usar los dones del Espíritu, pero cuando ellas empezaron a hablar no en el Espíritu sino en forma disruptiva que parecía deshonrar a sus maridos, entonces sus acciones podrían tener un impacto negativo mayor.
Ese sentido de vergüenza hacia una mujer que hablaba en público fue ampliamente compartido. Plutarco, el historiador y filósofo griego del primer siglo, dijo que el discurso de una mujer virtuosa
“No debería ser para el público, y ella deberá ser modesta y guardarse de decir alguna cosa delante de los de afuera, desde que esto constituye el exponerse a sí misma (literalmente desnudarse (apogymnosis) ella misma.”
Moralia, 142
Conclusión
En base a estas observaciones es muy posible entender tanto 1 de Corintios 11 como 1 Cor 14. De tal manera que no los forzó a contradecirse uno con otro. Pablo ciertamente es consciente de que ciertos elementos del culto de los Corintios constituyan un detrimento a la edificación de la iglesia y estaban causando tropiezo a los de afuera. El hablar en lenguas, como ellos lo practicaban, podría causar que los incrédulos creyeran que ellos estaban locos. El hecho de que las mujeres hablaban en la congregación era considerado vergonzoso y contrario al entendimiento de la ley Judía.
En ambos casos Pablo permitió que esas practicas continuaran en tanto que ellas contribuyeran genuinamente a la edificación de la iglesia, pero el las limitó drásticamente cuando no eran usadas para edificación. Los Corintios continuaron hablando lenguas, pero en la asamblea solo se les permitió a unos pocos y solo cuando tenían intérprete; de otra manera ellos tenían que callar.
Hombres y mujeres continuaron orando y profetizando pero solamente con un velo apropiado (con velo para las mujeres, sin velo para los hombres) para expresar un sentido de lo que es apropiado y ocupar el lugar correcto en la sociedad y en la creación. Pero los Corintios habían ido mucho más lejos que el orar y el profetizar. Las mujeres estaban hablando continuamente en la asamblea, cuestionando a sus esposos en una forma que parecía que los estaban deshonrando. Sus acciones estaban avergonzando la iglesia ante la comunidad y no podría ser justificado desde que ni edificaban la comunidad ni expresaban los dones del Espíritu como lo hacían el orar y el profetizar. Pablo les aplica la misma norma que él tenía para hablar lenguas o el profetizar en forma competitiva. Pablo les dice a las mujeres que se callen y hagan sus preguntas en la casa.
Siguiendo las instrucciones de Pablo
Aquí, como en otros lugares, Pablo juzga las acciones de la comunidad no por una medida rígida que requería de una conducta eterna e inmutable. Al contrario, lo que le interesaba al apóstol (debido a que es lo que le interesa a Dios) fue las almas y la salvación de la gente. Cuando sus acciones destruyan la iglesia o alienaban a los de afuera debido a la pena que causaban, ellos tenían que parar. Si era carne sacrificada a los ídolos o el ponerse un velo o el hacer preguntas en la asamblea, no era la practica externa lo que era lo más importante, pero mas bien el significado de la practica y el impacto que la práctica tenía en la salvación de las personas lo mismo que la salud de la comunidad de creyentes.
Exactamente el mismo estándar de evaluación debería ser aplicado por las iglesias hoy mientras nos preocupamos de seguir las enseñanzas de las escrituras. Sea que las mujeres (o los hombres) hablen en las asambleas de la iglesia deberá ser juzgado en base a si lo que ellos dicen edifica a la comunidad de creyentes y si esto que ellos dicen aliena o atrae a los de afuera al evangelio. Dios está primeramente interesado en que las personas escuchen el mensaje de Cristo. Si el Espíritu de Dios, por su voluntad soberana, da al hombre o a la mujer dones de enseñar en público o de dar un testimonio, o lectura Bíblica, o una palabra de ánimo u oración, la iglesia debe buscar el permitir que todos los dones del Espíritu sean usados en la comunidad. “No apaguen el Espíritu, no desprecien las profecías, sométanlo todo a prueba, aférrense a lo bueno, eviten toda clase de mal” (1 Tesalonicenses 5:19-22).
En nuestro día y en nuestro contexto, la clase de vergüenza y mal testimonio que el apóstol Pablo quería que la iglesia evitara probablemente nos vendrá mas por silenciar a la mujer (y por ello de alguna manera dar a entender que ellas son de alguna manera inferiores al hombre) que por permitirles usar todos los dones que el Espíritu les ha concedido. Irónicamente, en nuestro contexto, silenciar las voces de las mujeres completamente durante el culto público va en dirección opuesta a lo que Pablo estaba tratando de lograr en 1 Corintios 14:34-35. Necesitamos ver una vez más que las instrucciones no son arbitrarias ni regulaciones irracionales, pero son guía y dirección para la iglesia en orden a implementar los valores fundamentales del evangelio. El hablar en la asamblea que deshonra a otros, innecesariamente ofende a los de afuera, causa disrupción en la habilidad de la adoración para construir la comunidad, etc., deben ser excluidos de las asambleas. Pero, el usar las instrucciones de Pablo para silenciar los dones del Espíritu dados a la mujer en todas las formas, para todos los tiempos, es contristar el Espíritu de Dios y es fundamentalmente opuesto a los valores del evangelio.
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