No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.
Filipenses 4:6-7 NVI
¡A veces la ansiedad puede detenernos y hacernos hacer cosas de las que podamos arrepentirnos, pero Filipenses 4: 6 nos llama a no estar ansiosos por nada! En lugar de la ansiedad debemos orar y pedir gracias, presentando nuestras peticiones a Dios. Luego dice que la paz de Dios, que trasciende todo entendimiento, guardará sus corazones y sus mentes en Cristo Jesús.
¡Guao! Esto es genial, si oro entonces Dios me protegerá, pero ¿cómo oro? ¿Y cuándo debo orar?
En Lucas 11, Jesús nos enseña a orar:
Él les dijo: —Cuando oren, digan: »“Padre, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Danos cada día nuestro pan cotidiano. Perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos ofenden. Y no nos metas en tentación”.
Lucas 11:2-4 NVI
¿Entonces él quiere que oremos así? Bueno, no exactamente, esto no es lo que él quiere que digamos, esto es más como un plan, una guía para orar.
En 1 Tesalonicenses 5:17 nos estima a orar sin cesar. Tres palabras describen el momento perfecto para orar.
Estas palabras que dicen mucho y lo explican todo “oren sin cesar”. Esta escritura es pequeña pero verdadera ¡Deberías orar todos los días y en todo momento! No nos explica que hay un mal momento pero si nos describe una relación donde podemos acudir a Dios en los momentos buenos y los malos, cuando tenemos noticias buenas y malas, cuando estamos pasando momentos de alegría o de tristeza.
La oración es la forma de hablar con Dios.
Imagina que dejes de hablar con uno de tus amigos. Pasa un día, dos días, una semana, dos semanas, un mes, dos meses etc. ¿qué pasará con tu relación? Bueno, tu conexión y amistad se debilitaría.
¿Qué sucede si un amigo te llama una y otra vez pero no contestas? Puede que en algún momento se sienta herido y/o rechazado.
Dios está llamando. Él quiere ser nuestro amigo. Pero al igual que con nuestras relaciones o amistades, si no nos mantenemos en contacto con Él, orando y leyendo Su palabra, no tendremos una gran relación y nuestra conexión con Él se debilitará hasta desvanecerse algún día.
No dejes que llegue ese momento. No dejes que las preocupaciones y la ansiedad te venza. Lucha por tu relación. Busca los momentos para orar. Lleva tus preocupaciones, triunfos, derrotas y sueños a Dios en oración. Mantén esa comunicación abierta, guíate por Lucas 11 y recuerda que puedes ir a Él en todo momento.